POR LAS CALLES DE CASIMBA(continuación 3)

Como a los quince(15) días sería víctima de un intento de ... No sé. Por toda la avenida sexta por unos meses estuve frecuentando aquel sector, y algunos años antes también lo había hecho. El Eduardo Santos. De joven, cuando estuve estudiando en el bachillerato de la univ.Nacional había vivido en el barrio el Progreso adonde fuí víctima del primer atraco callejero. Estaba muy joven.Casi niño. Y ahora despues de frecuentar esas calles de mecánicos y talleres, me había hecho cliente de un negocio nuevo adonde parece yo era conocido por éstos. Muy cerca de donde hay una imprenta famosa y adonde se hace el mantenimiento de carros a un organismo policial. Lo frecuentaba como digo por esos días. Allí también apareció un mecánico hablando chachara en la que contaba sus historias a sus amigos, y se me parecía a al dueño del perro que yo he dado en llamar, Damián, porque en realidad esixtió, y se parecía mucho al perro del maestro ajedrecista Clavijo. Quien me conto una historia en medio de mi locura(cuando estuve demasiado ido de la cabeza y recién escapado del hospital de la Hortúa) sobre su origen judío, cuyos padres fueron unos fotográfos famosos en Santa Bárbara, y que murió al poco tiempo, pues yo traté unos pocos años después de buscarlo,pero ya estaba muerto. Este me recuerda todavía de su anunciación que me mordería el perro que entre otras cosas era el mismo, y que según Primorov(primo a lo ruso), que este no era Pastor Alemán sino gozque- Qué desgracia. Unos rebuscadores que venden por aquella avenida todo lo relacionado con aquellos utensilios para adornar los carros, se habían dado en amenzarme, antiguos jugadores de ajedrez en el Capablanca, el que esixtió sobre la 12 con sétima, un sitio muy frecuentado por los esmeralderos y aquellos detectives del Das y de otros organimsomos policiales, y Alberto Aldana, un encumbrado ajedrecista que me apareció en esos días, como si realmente tuviera algún interés, quien ya me había contado una extraña historia sobre Serafín, un muchacho que con éste le vendieron unos libros viejos a una amiga que conocí en la univ. del Tolima, y quién me recordaba a un vendedor de libros llamado Numa, muy conocido entre periodistas. A veces creo que estos ajedrecistas , muy conocidos por Memín y su hermana, cuya mamá terminó trabajando en una notaría de Soacha, desde que los conocí tenían urdido conmigo un plan siniestro. Un plan que en esos días, según ellos lo culminarían después que durante más de 20 años nunca lo entendía.
Yendo por esa avenida sexta, al terminar en el romboid adonde nace la avenida llamada Matatatigres, adonde algunos años antes me había salido ojos azules(no confundir con Ojos de Perro Azul, cuento de García Márquez) había cogido la costumbre de tomar me otras cervezas, en un cafetín adonde pululaban muchos Tolimenses, y también uno muy parecido a un familiar, y adonde frecuentaba un tapicero de esos conocidos por voz de humo. Al Salir de allí, fuí agredido.
aunque tení la precaución de mirar por donde iba, alguien que parecía desarrapado en su vestimenta, me salió al doblar yo aquella avenida que se convierte en la veintisiete(Matatigres) me tomo por el cuello de la camisa, y desenfundo una navaja automática que me hizo dar mucho temor. Traté de meterle zancadilla y empujarlo hacia atrás, alg0 que nunca hago porque a esta edad uno no está para esos trajines, pero cual no sería mi sorpresa, cuando en medio de la oscuridad, una muchacha regordeta(que después de yo meditar durante todos esos años se me parece a una empleada que tenían una muchacha laborando en Metrocentro) y me empujaría, haciéndome perder el equilibrio. Parece que aquel muchacho se le hubiera olvidado a lo que iba. O tal vez habían perdido tiempo, pues no contaban con mi zancadilla.
Mientras éste me alcanzó a revolcar en cuestión de segundos, me escarbó en los bolsillos, y encontró la descarada suma devaluada de $10.ooo (pesos); mientras aquella muchacha como que quería más, mientras miraba a lado y lado. Tal vez, el pensar que aparecieran los carros en aquella avenida que mantiene congestionada de éstos, hizo que este le diera la orden de que se fueran.
-Camine, camine.
No se porqué creo que éstos salieron de un garage de carros que esixten al dado de aquel negocio último que digo. Y también creo que éstos estaban haciendo su escuela de prendizaje. No sé porqué.
A los pocos días tendría que abandonar la casa embrujada, casa de malos recuerdos. En la misma comisaría adonde fuí cuando me mordió el perro que se parecía al de Clavijo, y cuya hermana moriría de un infarto cuando trabajaba en la Fac, allí todfavía debe reposar el intento que hice de denunciar. Todavía por internet en una emisora que yo escuchaba mucho, debe estar una corta crónica de mi desgracia personal cuando sino abandono dicha casa...
Así son las calles de Casimba.

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