Hostigamientos

Han sido tan personales, que creo es justo contarlos. Aunque no salí bachiller del colegio de San Simón por mis problemas de autismo, los pocos años que allí estudié me marcaron más que en otras partes. Algo parecido a lo vivido en "La Casa Embrujada" por el autor de estas crónicas. Un colegio fundado por Santander en el que la masonería tenía su importancia en cuanto a su legado porque se respiraban las ideas de libertad e igualdad en su momento. Es curioso. Un autista que tiene que viajar en representación de aquellos lideres que todavía se enseñoreaban como los defensores de la libertad de cátedra, y donde al único que encuentran para representarlos, pues se vivían tiempos convulsionados, que entre otras cosas siempre han sido así, y que no deben confundirse con las "Convulsiones" de Luis Vargas Tejada, porque creo que a los jóvenes ahora ni saben quién fue éste, ya que se imaginarán que seguramente sería el mejor exponente de unas ideas que hasta ahora estaba comprendiendo, y porque se había acercado desde hacía algunos años a los escritos que en su momento inspiraban todos los adelantos científicos que el hombre había logrado. Pero de política ni muuú.
Uno de esos extraños entuertos adonde Ud. tiene que asistir por que está presionado de los amigos que lo rodean, y los que verdaderamente tienen que ir a representar a ese estudiantado que quiere cambios, no lo hace.
Son los sainetes, en las que van participando los que tras bambalinas están montando su teatro. Así ha sido siempre, y no temo equivocarme que con lo mío hay algo de un extraño estigma de política, de policía y de familia, y que me la han venido contando mediante hostigamientos.
Tal y como lo dije anteriormente, antes de llegar a ese encuentro de estudiantes en Medellín, el susodicho con otro amigo, Rurico,  seríamos seriamente comprometido por esas autoridades en donde nos pedirían los papeles de identidad,  que quedarían en sus manos, y curiosamente con una organización que es ajena a eso, porque se dedica a salvar vidas en las catástrofes, y porque los papeles no se les retienen a nadie, y por unas autoridades que se hicieron los de la vista gorda después de hacernos bajar a todos los estudiantes que íbamos para esa reunión. Primer encuentro de estudiantes de secundaria, lago parecido creo.
Según aquellos personajes, tendríamos que reclamarlos después que saliéramos de dicha ciudad.
Solo hasta ahora el autor comienza a entender muchas cosas de esos montajes. Cuando comencé a escribir "Los Silenciosos" que por razones de familia no he podido continuar porque me repiten lo que escribo, y con supuestos policías a bordo, un compañero que estudió con éste, y que yo también lo hice durante unos pocos días en los que siempre me recordarían al profesor Santofimio, cuando decía a sus alumnos,  respecto de un alumno que se había portado mal, y cuando ya finalizaba sus clases para iniciar el recreo, le dice a todos los alumnos del salón:
-¡Por mal estudiante dénmele unos cocotazos!
Y todos salieron  a hacerlo en medio de sus barullos que terminaban en esos escándalos en los que los jóvenes tratan de desbordar las energías mediante los gritos y las risas, en las que el que tenía que cumplir con su pena leve y estudiantil, entre visajes de teatrines, podía terminar un poco mal, pero no tanto como para creer que era un delincuente. Un mozalbete, que al fin y al cabo tendría que terminar queriendo a dicho profesor. El Amigo de mi amigo Rurico, no hace poco cuando comencé a escribir lo que digo, a sabiendas que iba para la gobernación en Ibagué me estaría esperando, con otro, y cuando me vio gritaría, como bien adoctrinado, y bien preparado para estos percances en donde sabe uno que son sus vigilantes privados para amedrentar:
-¡Marica!
Me golpearía con sus zapatos en uno de mis tobillos. Y ese fin de semana lo vería por estos lados, posiblemente con su hija. Qué melodrama. Y eso que solo tenía en el blog, el nombre de "Los Silenciosos". Como si me estuviera castigando por el solo nombre, pues ni siquiera sabía lo que iba a escribir, y por esta razón el autor no ha continuado con estos relatos.        
Años después, cuando trabajaba en Prado, Tolima, otras circunstancias me sucederían.
En una, el bus casi se estrella contra la locomotora en el ferrocarril a la salida en Picaleña...Un extraño accidente que gracias a la habilidad del chofer del Bolivariano, logró evitar la tragedia. Habían quitado las señales respectivas que indicaban que aquella locomotora pasaba por la carretera en la que iba el bus. Una pequeña explosión con dinamita para destruir un puente muy cerca de la escuela de la Virginia, que arrojó sus  petardos de piedra en el momento que nos encontrábamos con los estudiantes en la hora del recreo, que casi mata a un alumno, y sin que ninguno de los profesores supiéramos de lo que estaban haciendo estos constructores de carreteras, aun cuando estábamos muy cerca de ellos.  Unos amigos que hablaban de política y de tantas otras cosas, que nadie sabía lo que a uno le pasaba. Un cuasi descarrilamiento de la carrocería en la parte trasera de un camión cuando iba con un tío, y que ya lo conté en este blog adonde iba  subido en la carrocería solo, porque otros dos amigos de este iban con él en la parte delantera, como si el  automotor hubiera sido preparado por alguien para que se sucediera dicho accidente, y que estuvo a punto de caerse. Si hubiera sucedido tal vez no estaría contando estas historias. Seguidillas en las que después con lo vivido, uno termina pensando otras cosas.
¿Cómo queda Ud. cuando alguien lo amenaza casi llegando a la casa, o en la puerta de su casa, de muerte?
Son especialistas. Pero no tan brujos, porque yo ya tengo varillas en la columna vertebral a consecuencia de éstas situaciones vividas. Y sé que de esta manera a muchos además de llevarlos a la locura los llevan a la muerte. O...
Existen muchas maneras, y son las consecuencias de este país tan violento donde los ciudadanos del común pagamos los platos rotos ajenos.
Las amenazas sicológicas por estos vigilantes que andan al acecho de sus víctimas no tienen compasión, que adonde no hay ley se convierten en ley, y adonde existe los que tienen el poder de ejercerla muy disimuladamente hacen lo que les viene en gana, y todos siguen tan contentos y tan bellas personas, como si no hubiera pasado nada.
Cuando estaba trabajando en Prado, en una ocasión que iba en un bus para allá, un profesor famoso que allí hubo en el mismo colegio, por su fama de pensar a la manera de los antiguos, y que sin embargo era muy correcto y muy culto porque nos enseñó todo lo que deberíamos saber de literatura antigua, de esa literatura que uno no ve en cualquier otro colegio, adonde los griegos, los franceses, los ingleses, con toda su tradición literaria nos la haría hacer casi que obligadamente como dogmas de nuestras propias vidas, y como si yo le debiera algo, en una de esas mañanas de principio de semana cuando iba hacia Prado(Tolima); con otro, que como si estuvieran detrás de mi, se esforzaron por acercarse adonde yo iba sentado,. en el momento que se paró mi acompañante de puesto para dejar aquel bus que iba repleto de gente, su amigo se sentó, a empujarme contra la ventanilla mientras el profesor me miraba  con rabia. Era casi el preámbulo de lo que había comenzado como si tuviera mi agente particular para amenazarme. Y aunque después por esos años otro amigo en un sindicato otro lo denunciarían por...agente encubierto. Aunque ese es el negocio de las mentiras y mentiras, como si yo fuera su enemigo, en la calle me amenazaría. Una amenaza que por más que sea de gendarmería, uno atribuye a una provocación que linda más con familia, o con algún conocido. Por lo que he vivido...me parecen que son legados antiguos. Así irían pasando durante muchos años otros melodramas.
Creo que a Ud. no lo han amenazado en su propia casa, y lo han sacado de ella misma. Lo hayan puesto a pasear inmisericordemente mientras los ladrones acababan con todo, ya que el arriendo acabaría con buena parte de una herencia, y unos trabajos a contrato con un Estado en las que los rufianes estaban a ver qué se robaban, mientras familiares y amigos hablaban de lo lindo, hasta provocar el delirium Tremens entre amenazas y robos.
Un enredo que no tiene nombre. Que al agudizarse su sentido del oído, otros con sus transmisores lo amenacen y se le metan dentro del mismo cerebro hasta llevarlo casi a la tumba, en cualquier parte del mundo queda consagrado en los códigos como lesa humanidad. Pero como no hay manera de probarlo, pues el autor después de haberlo sufrido, de tener algunos conocimientos de electrónica, por haberle ayudado a una amiga a instalar un aparato que espantaba las moscas en un trabajo en el Lago Timiza en Bogotá, y porque después haber salido del hospital medio ido, investiga durante un buen tiempo sobre alcoholismo, esquizofrenia, para saber qué le había pasado, concluye que fue llevado a la locura. Que el delirium tremens existe, pero que en nada se parece a lo vivido. aunque durante un buen tiempo escuchó voces y voces que casi lo enloquecen, y que así terminó. Después, sabe que no puede oír voces y discursos coherentes de familiares o conocidos, porque en realidad lo que están es enloqueciéndolo.  Qué no se inventen más historias, porque...
De "Lesa Humanidad mi querido amigo", tal vez diría Sherlock Holmes a su secretario, si hubiera vivido esa situación en uno de sus casos detectivescos. De eso está hablando un autista en estos blogs. Es una lástima que no tenga esa capacidad para comunicarse normalmente con los demás.
Billullito, paisano.
Las imaginarios no nos engañan. En Bogotá me pasaría lo mismo en los buses. Coincidencias que sucederían cuando aparecía el supuesto hijo de la tía. A veces creo que es hijo de un imaginario.
Que quede así, porque esta historia continúa.
No se pongan bravos.¿Por qué?
Apenas son las historias breves de un autista.
Esquizofrénicos, dicen algunos.

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