Mis Imaginarios Particulares

Nuestros imaginarios dependen del entorno social en el que nos formamos, y de ellos dependemos en cierta medida para bien o para mal. Yo los llamo mis imaginarios particulares porque desde niño he vivido situaciones sui generis que parecen haber sido obras de teatro maquiavélicas en las que además de haber estado en peligro, es como si hubieran querido hacerme un extraño lavado de cerebro con el que he convivido muchos años. Y en esos trabajos muchos han participado. Como si hubiera tenido mis policías particulares que a toda costa quisieron hacerme creer que yo era un enemigo.
Un demente han dicho muchos, pues no saben nada sobre este tipo de trabajos, o si lo saben se hacen "Los de yo no fui", porque adonde uno llega siempre hay otro que provoca el avispero, y porque la misma familia le dice a uno que no es más que un espejismo lo que uno les cuenta.
Cuando salí del hospital de la Hortúa, después que una señora desconocida que iba todos esos días a visitar a un familiar suyo  que también estaba en otra cama cercana a la mía, me ayudó, colaboró y pagó  para que un taxista me sacara casi que subrepticiamente de aquel hospital con varillas en la columna vertebral, y con una especie de escudo protector en el pecho. Estaba solo y casi anestesiado por la operación a que había sido sometido, en un sitio donde se hicieron toda una serie de trabajos de sicología, que ya he venido contando en este mismo blog, tratando de impedir que saliera de allí, procurando que fuera  llevado a un centro adonde los idos de la cabeza terminaban en aquellos días. El centro de siquiatría del mismo hospital.
Estaba aturdido y con los nervios medio dormidos, porque la droga que me daban me provocaba una especie de dormitación, mientras frecuentemente arrojaba babaza por la boca. También había escuchado voces cuando me colocaron recién salido de la larga operación quirúrqica un pequeño transmisor entre los esparadrapos que tenía en una de mis muñecas, y de donde las agujas del suero me alimentaban, ya que estaba entre dormido y drogado. Yo escuchaba las voces de personas que estaban en la cocina, y creo que eran las de aquel hospital, mientra iba despertando lentamente, en una historia parecida que ya  conté en este blog. Esta es una crónica personal que para cualquiera pudiera ser la de un paranoico, pero fue real y cierta. Mis conspiradores durante años trataron infructuosamente de hacerme aparecer como un alcoholico, que en medio del sopor por las situaciones vividas, no era más que un simple drogadicto. Y no. ¿Acaso no me vieron trabajar siempre? Tengo clientes de más de treinta años, por no decir que cuatro décadas. Y muchos de ellos saben por las situaciones que he vivido.
Aquí en esta última imagen que vemos, el autor recuerda a "Nuestro Hombre en la Habana", una novela de Grahan Greene, que trata sobre un espía en la guerra fría que no sabía nada de estas cosas, y al que el gobierno británico lo nombra para que sirva de informante sobre lo acontecido en la época en que Batista era el dictador en aquella isla.
Cómo este no sabia nada de estas cosas, se limitaba solamente a enviarles informes acerca de sus planos sobre los electrodómesticos que vendía, y que servían para que allá en el país de donde provenía, se formaran una idea sobre lo que sucedía en esta isla surameriacana, y donde encierta medida ridiculizaba a los servicios de espionaje que en su momento se formaron entre esa ardua lucha librada entre capitalismo y socialismo.
Algo parecido en nuestro tiempo, cuando a Ud. le van creando el delirio de persecución en estas tierras adonde merodean toda una serie de violencias, en las que muchas veces se nos hace creer que es de Estado, o de organizaciones que supuestamente son autoras del conflicto social que vive nuestro país.  En un medio tan desbordado en donde los que están en las calles vigilando a veces parecen ser de ley, y otras, toda una serie de congéneres que van desde vecinos, rebuscadores de calles que se paran en cualquier lugar a cuidar que no le roben los carros en los estacionaderos que ellos mismos han creado, o de loteros y vendedores de periódicos que tienen que sobrevevir el día al día, pero que como estan subsumidos en esa pobreza que a todos nos atañe por la falta de empleo, resultan ser lo primeros que urden toda una serie de felonías bien elaboradas, en donde si uno se coge la nalga o le grita algo, en otro lugar hay otro que tambien hace lo mismo, y donde comprueba que es de policía, por no decir otra cosa. Y entre risas y risas lo van desmorando sicológicamente, y en cualquier momento puede salirle un rufián que hace lo mismo, y que como Ud. contesta a la provocación, lo puede matar.
Eso nos sucede en esos festines bien elaborados por otros que tienen poder, pero como en la novela de Grahaan Greene, otros que parecen estar relacionados con familiares, en esos crepúsculos de casi un final de toda una provocación que el autor ha vivido en otros lugares que van desde Colombia hasta Venezuela adonde vivió escazos 4 años largos, de manera particular deciden que hay que amedrentarlo.
Va al cementerio, y al entrar a tomarse una cerveza en un negocio, otro le hace gestos. Como Ud esta medio ido de si mismo pues no lo han dejado salir del embrollo mental adonde lo llevaron por más de 40 años, en la cerveza quita los sellos y los pone al revés.
En la casa se lo repiten.
O como me pasó hace poco donde Rey, en una parte adonde le gusta ir por la atención, hay un moreno que lo está esperando.
Hace casi dos años, recién llegado a esta ciudad se había aparecido y buscaba de alguna manera llamarme la atención.
Me habla de sus ventas de electrodomésticos y muebles, y como al estilo de la novela que vengo contando, este vendedor se parece a uno de esos espías que se forjaron  en la década de los 50 , y que nos describe muy bien este escritor británico. Que nos recuerda también "Al Americano Impasible" en la guerra que libraron los Estados Unidos en el Asia.Y claro que habilidosamente me va contando que fue del ejército, y como buena persona ayudó a otro familiar en Bogotá para que montara su propia empresa, y que como desagradecido después que volvió a conseguir estabilidad económica y haber conseguido una pensión del Estado, por haber trabajo muchos años pagando el seguro social, ahora ni se acuerda de su ayuda, como buen consejero que es, y que le dio la mano en su angustiosa situación
Y como si me conociera , me induce a que yo también puedo reclamar una pensión porque trabajé algunos años con el Estado. Me aturde con su cuento y su historia, pero me deja pensando de dónde salió. Hace parte del batallón de perseguidores particulares , que por ahí cerca me han salido con otros cuentos y otras historias, y aunque sé que de por medio hay personajes de autoridad, que afloraron desde que comenzó mi odisea en esta vida, tanto en el colegio y en la universidad del Tolima, este se parece a mi policía particular.
En estos días que regreso, o que voy al mismo sitio, vuelvo y me lo encuentro, como si me estuviera esperando.
En los otros negocios que hay en el sector a donde la gente va a degustar su paladar para matar el rato, o para esperar como es el caso de los dueños de camiones, de mecánicos y coteros, todos parecen que  conocieran mi vida hasta en la más íntimo, y uno cuál más seguramente me ha ridiculizado de lo lindo, además de parecerse a otros en donde vivo, y que seguramente en esas vigilancias particulares pareciera que yo fuera su enemigo.
Aquellos rostros tan parecidos, que me recuerdan a veces a Miguel A. , el amigo del que hablé anteriormente, y tmbién me  recuerda la vieja historia de Cuchumina, que creo que fue el que me marcó más. Son rostros que he visto muchas veces donde estoy viviendo, y  que disimuladamente se parecen a mis imaginarios partículares. Recuerdo a un agente que estudió conmigo en la Normal de ibagué, Gutavo G. que cuando yo estaba demasiado alcoholizado porque siempre desde niño fui llevado a consumir el alcohol como una forma de vida consituidinaria, practiba con sus melodramas amenazantes, haciéndome creer que los servicios secretos me perseguían. Y así sería durante toda mi vida  hasta provocarme "El Delirium Tremens".
Unos farsantes que con el tiempo entendí que había un negocio de familia, y de particulares como este personaje que digo.
Me diría éste en baja voz, como haciéndome creer que yo le debo algo. Y seguro que debe de tener su negocio particular con otros:
-El sábado nos vemos.
Yo le respondí lo mismo, pue andamos cuerdos, y uno entiende que es una especie de amenaza.
Tal vez hacen parte de esos espías que Grahan Green nos cuenta en su novela.
Pero son otros tiempos.
Son los tiempos de los vividores que amenajzan en las calles con un fin determinado.
¿Y porqué estos personajes que parecen ser de una misma familia se enamoraron tanto, que como fieles subditos se han convertido en mis imaginarios particulares?
A lo mejor mis visiones me llevan a ello. 

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