Juegos de locuras infames

No sé que pensarán acerca de estos juegos de rostros. El autor ha sido víctima durante años  de unas extrañas pesadillas orquestadas por particulares, pero supuestamente dirigidas  tras bambalinas por imaginarios muy acuciosos que durante años de años como si existiera un extraño estigma que el autor desconoce. Lo que diga o lo intente hacer de cualquier manera  lo malogran, como si con ello se fueran a ganar una lotería.
En un país como el nuestro nada es de extrañar.Si se fija en esta fotografía bajada por Internet podrá deducir que la imagen reflejada es la de una persona que por su locura le han colocado la consabida camisa de fuerza.
Aunque a mí ésto no me ha pasado, si puedo decir que estuve recluido en un hospital donde además de colocarmen  dos varillas en la columna vertebral por una fractura en una de mis vértebras, si debo de decir que por todos los medios uno que otro galeno de los que me atendieron quisieron llevarme al manicomio que en dicho hospital funcionaba, y de lo cual he contado en éste y en otros blogs. Estaba desquiciado.Y según parece toda una banda de maleantes estuvieron durante muchos años tratando de provocarme el delirium tremens mediante argucias, aunque todo confluye en aquellos años que vivió Colombia donde más de uno se convirtió junto con otros en unos desaforados justicieros que querían hacer sus leyes por sus propias manos, y que en esos extraños enredos de familias adonde el dinero mueve corazones, parece que muchos de ellos fueron usados. El autor que ya venía enredado desde niño, vivió y todavía vive las peores infamias de unos voluntariosos que a diario le salen para amedrentarlo o para ridiculizarlo, en este país adonde se habla de las vigilancias ciudadanas que son más bien las consecuencias de una mentalidad policial que ha trastocado los conceptos de libertad y privacidad en uno solo, cuando a una persona se le ha marcado desde niño. En esos juegos infames donde los ladrones, los méndigos, las prostitutas y los homosexuales participan, adonde los comerciantes actúan convencidos que están haciendo su labor en defensa de la sociedad o simplemente se aprovechan de ella, cualquiera puede terminar muerto o loco. Y mucho más, cuando en ese hilo sutil de las argucias mediante canalladas uno va descubriendo toda una red que actúa muy sincronizadamente.
Claro que estos rostros para otras personas pueden representar otras cosas, pero en el caso mío solo quiero decir lo que pienso, como en esta máscara que refleja la maldad que de manera burlesca pretende destruir a alguien. Conmigo lo han hecho muy sibilinamente, y nunca lo he entendido. Es más, hubo un tiempo en que estando demasiado loco casi me le arrojo a un carro. Solo hasta hace unos años, después de haber regresado a la casa que mi imaginario particular ha dado en llamar "La casa embrujada", y de haber estado sometido a las pesadillas provocadas por unos vecinos, comencé a entender en medio del miedo y del pánico el poder que pueden ejercer estos personajes cuando quieren destruir sicológicamente y llevar al cementerio a una persona. Y lo hacen tan descaradamente, que si uno lo dice puede terminar envuelto en un lío jurídico porque las pruebas taimadamente se la guardan para si, y solo la leyes de las calles y del silencio cómplice son las que priman, donde más de uno en esos ríos revueltos también quiere ganarse algo para si. Es como si los ladrones en todo un barrio o en una ciudad decidieran entre ellos repartirse lo que puedan conseguirse tras la persecución de una persona o una familia que está marcada por ellos. Y como Pilatos, muchos de ellos se hacen los de la vista gorda, y el cual más se lava las manos como si nada hubiera pasado. El miedo es tanto, que muchos resultan locos. Yo lo viví, y todavía esos ladinos amenazan y quieren seguir haciendo lo mismo, que hasta en esos negocios adonde uno va comprar los productos para elaborar las mercancías, estos empleados y empleadas resultan provocando y amenazando. Además de uno irles a comprar, parece que uno fuera a pedirles una limosna. Y qué decir de esas cafeterías y supemercados como los que me toco vivir en Bogotá, y en todos esos negocios de las plazas de mercados donde fui objeto no solo de insoportables provocaciones y bellaquerías, que en más de una ocasión perdí el plante con lo que trabajaba , pues me los quitaron vigilantes privados que en centros comerciales como me sucedió en "El Abastos" de Patio Bonito y en otros,  cuando yo llegaba y aunque nunca hubiera entrado a vender libros, ya estaban los vigilantes privados esperándome como si en verdad me conocieran desde antes de nacer. Por estas tierras pasa lo mismo.
Y ahora que tal esta imagen. Definitivamente desorbitado. Y porque no decir que ha ese estado mental otros lo pueden llevar a uno mancomunadamente. Esos trabajos los he vivido en carne propia desde tiempos inmemoriales que incluso ya lo he contado en estos mismos blogs. "Un conejillo de indias" adonde muchos entre bromas y risas resultan llevando a otro al matadero, porque también tras estos se esconden delincuentes que quisieran hacerlo por su propia cuenta, haber si se ganan algún premio. Como cuando las autoridades le ponen precio a alguien por su captura. En estos casos mediante el rumor crean la envidia o la persecución, que incluso meten a los bobos, y incitan a unos matoneos donde jóvenes e hijos de los mismos encargados de hacer esas vigilancias privadas amenazan y ridiculizan en un mismo barrio, y cuando Ud. se da cuenta está en la lengua de los delincuentes que incluso en algún negocio adonde va a tomarse una o dos cervezas ya hay otros que están a la expectativa, y es cuando la provocación aparece, e incluso ya su vida peligra en las calles. El solo susto, lo hace mirar hacia atrás frecuentemente cuando camina por las calles, convencido que alguien lo va a matar, mientras en sus carros o en sus motos otros refuerzan el miedo en medio de gritos y provocaciones, que por el solo hecho de estar hostigado por estos mendaces, Ud. puede llegar a ofenderse y decide responderles. Es en ese momento cuando la vida de uno está en peligro.El que lo quiere matar está listo, y posiblemente ya tiene la respuesta justificatoria para realizar su cometido.
- Vean esta màscara. ¿Haber qué piensan?

Claro que ésta ya está muy reconocida en nuestro medio, pero sin embargo es el fantasma de la muerte adonde estos imaginarios lo pueden llevar a uno de manera descarada. Por las calles, y es cosa que le agradezco a los que me obligaron a andar en esta situación, y que sin ninguna consideración irrespetaron mi vida, que si no hubiera sido porque esta situación la he vivido en Bogotá y en Venezuela, yo ya hubiera podido morir de un síncope cardíaco por el miedo o por la rabia. Las calles, para los que mantenemos nuestro intelecto estudiando o leyendo nos permiten sacar enseñanzas. Este tipo de trabajos existe. ¿No ha visto a alguien hablando sólo? ¿No ha visto en un accidente de transito a un peatón enardecido contra los que defienden a alguien que fue accidentado, cuando debería ser lo contrario? En vez de defender al que lo accidentó. Ahí, hay gato encerrado.¿Ha visto en alguna ocasión a una señora hablando en la puerta de su casa como loca, gritando y protestando solitaria? ¿O se ha encontrado con un borrachito en la fila de un Banco contando que un vecino no lo quiere dejar entrar a su propia casa? Y sin embargo estas máscaras como la de la fotografía del personaje que aparece con la camisa de fuerza, pueda que no sean ciertas para otros tal y como yo lo digo, porque en nuestro medio desgraciadamente muchos se ponen sus caretas como los avivatos que aparentando honradez, resultan robando, matando y comiendo del muerto,

No sé si me crean. Pero yo me sostengo en que es cierto. Y es un delito de lesa humanidad, aunque digan que estoy loco.

No sé qué pensarán acerca de este juegos de rostros.

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