POR LAS CALLES DE CASIMBA(continuación)

Para resumir, digamos que aquellas se convirtieron en un infierno muy partícular por cuenta de esas marcas que yo llamo de policía, pero que en realidad uno lo que está es marcado por particulares en donde para satisfacer sus apetitos personales utilizan esa vasta red de información, en la que aparecen a hacer su ley personal hasta los lustrabotas, los vendedores de periódicos, los bobos, los vividores de lo ajeno, los pervertidos sociales en ese mundo nauseabundo en el que los mercaderes de la muerte hacen su agosto, mientras el cual más de uno se burla o se ríe como un patán en su propia casa. Es lo peor a lo que el hombre puede llegar, porque en ese torbellino que el que se termina con una persona ida de la cabeza, muerta en alguna circunstancia que aparenta ser no más que la decisión de la persona perseguida y hostigada, cuando en realidad es producto de estos infames que trabajan por cuenta de otros más perspicaces, en el que todos los días cambian con sus informantes lo que tienen que hacerle a sus perseguidos, desde madrearlos en las calles, gritarles, tratarlos como vejjestorios, hostigarlos hasta más no poder, convertirlos ante sus vecinos como degenerados o ladronzuelos, hacer que estos parecieran que son los encargados de hacer su ley, y en el que serán sus posibles víctimas cuando se mueran por el susto o por la locura. Y si no: una ayudita.
Como me pasó a mí en diferentes ocasiones , en la que si no hubiera estado un poco cuerdo, con un sentimiento de aprecio hacia la vida, unos valores a pesar que estos sinverguenzas con sus cuentos malolientes y nauseabundos pretendieron aislarme, incluso dañarme los negocios con los dueños de los comercios adonde siempre he vendido mis mercancías, tal vez no estaría contando esta historia. A pesar que lo hizo ojos azules en su momento, o el chofer del bus ya conté en otro blog en su reverso saliendo de un parqueadero, cuando pretendió arrollarme para aparentar un accidente casual, pero como estos delitos no lo son en su apariencia, todos resultan felices y contentos. Amargados en lo personal por no haber disfrutado de la realización de sus sueños. País de villanos.
Aquellas calles malucas a pesar de semejantes instigaciones personales con la provocación de los consabidos delincuenticos, no obstaron para que fuera agredido en una noche que iba para la casa, y que como siempre la mayoría de las veces por la avenida sexta

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