CELADAS ANTIGUAS

Cuando nos detuvieron con el amigo en aquel organismo de seguridad, y que quedaba justo al frente del colegio a donde yo estudiaba(Colegio Julio César García del Bachillerato de la univ. Gran Colombia), mí papá había insistido de que estudiara allí en nocturna. En ese año había estado en otras oficinas que habían por la décima, acompañando a Miguel A. adonde una tía de él . Años después, y como dije, uno de los que nos detuvo vivía cerca de primorov. Un primo, que según decía era como mi hermano, y a la vuelta de los años, más bien ese era su cuento, porque muchas cosas me pasaron, y creo que lo sabía muy bien. Esos extraños trabajos sicológicos. Hoy trabaja con la registraduría. Por lo menos, por mi intermedio, se consiguió la aprobación de un préstamo, para la consecución de una casa, y claro que en agradecimiento me pagó de otra manera . Los autistas somos como niños. Y sin contar con que me enloquecieron. Venía de Ibagué y acababa de perder el último año en San Simón. Colegio fundado por Santander el cual tenía en su momento un amplio reconocimiento a nivel nacional, en la que las ideas de libertad se debatían, y que según decían, algunos estudiantes, la masonería fué la que inspiró toda una historia de tradición de libertad dentro de sus aulas. Dentro de esas materias estaba la de religión, un área que nadie perdía, pero yo sí. Extraño, verdad? Era regentada por un padre (Pbr. Hidrobo) de quien en su momento se decían muchas cosas, y que en Ibagué, ciudad pequeña, infierno grande; harían de éste mucha fama en su tiempo.
En una huelga de las tantas que hubo allí, los estudiantes en un acto de rebeldía porque éste no comulgaba con ellos, cogieron su Volwagen que lo estacionaba en la entrada del colegio, y lo entraron sin más ni más, llevándolo por los pasillos hasta subirlo a una terraza que dá a la avenida quinta.
Este enfurecido les gritó:
- Como padre los perdono; pero como hombre uds. son unos h....p!
Uds. entenderán. Son historias. A lo que iba era que el padrecito me había hecho perder la tal materia, y había puesto a mí mamá a rezar. Claro que semejante nimiedad a través de los años, hace poco vino a recordármelo el dueño de una cigarrería de por aquí cerca, hablándome de ateismo y otras cosas, a manera de burla, mientras el autor andaba extraviado de su mente, asustado, porque todavía no entendía el porqué personajes siniestros le habían salido a perratearselo. Un personaje que trabaja actualmente con el distrito, era el chistoso. Me madreó por la calle recién llegado de nuevo a la casa embrujada, energúmeno porque se lo dí a entender. Su voz y su discurso largo, hilarante, y amenazante, lo escuché nitidamente, mientras yo no sabía qué hacer. Hoy lo comprendo y no hay manera de probarlo. Esa noche me ví obligado a tomarme unas pastillas que me provocaban somnolencia, una extraña pesadez en la cabeza, aletargamiento, mientras botaba babaza por la boca, y mí lengua se volvía tan pesada que no la podía controlar. Casi más que bobo. Y todo, para no oir las voces que me provocaban pánico. Al otro día lo ví salir con el vecino que me ponía el gallo a quiquiriquear casi sobre mi cabeza(en el techo, claro está) todo trasnochado. Supongo que tenía su aparatico, su transmisor, mejor dicho. Por los pocos conocimientos que tengo de electrónica así es como escuchaba esos discursos largos y coherentes. No de otra manera, porqué también fuí inducido al delirium tremens, y sé lo que es.Tal vez no entiendan cómo es andar con los nervios crispados, sugestionado, mientras una parranda de sinverguenzas en las calles, estaban orquestando un crimen disimulado. Dichas pastillas fueron formuladas por los médicos en el hospital de la Hortúa, estando convaleciente de la operación de la columna vertebral a donde llegué completamente ido de la cabeza. Me había intentado matar. Tal vez, si se puede, algún día, pueda contar mejor este tipo de trabajos, para evitar que otros caigan en esa misma situación.
A lo que iba. El padre era vecino del amigo con quien nos detuvieron, y a pesar que ya éste no vivía en Ibague, había otro con el cual compartímos también estudios en San Simón, cuyo padre fué el dueño del colegio Murillo Toro, y a quien sus estudiandtes de forma cariñosa le decían Chiricuto. Cosas de juventud. Con éste, estando finalizando el bachillerato, y otros dos personajes, uno que después fué periodista de televisión(Martinez Sendoya) orquestaron una barrabazada, de esas acomodaticias. Recurrí por supuesto a la mamá del amigo Triana, y el curita lo único que mandó a decir era que él, cuando había fracasado del todo en la vida, decidió por volverse religioso. Era como si fuera toda una conspiración contra una persona, algo parecido a lo de por aquí, en todos estos años, pues al fín y al cabo terminé por perder aquel año lectivo, mientras con el paso del tiempo, también el otro amigo emigró a Bogotá. Debo de decir que el padre, en el seminario de Ibagué fundó un instituto de educación nocturna, y que por una extraña manía se dedicaba a cavar, como si de esta manera así se podía apropiar de objetos terrenales que no tenía. Razón por la cual fué obligado a retirarse de aquel claustro. En la casa de éste, y que queda todavía cerca del conservatorio, si ud. pasaba y miraba por la ventana, podía ver un inmenso socavón hecho por él en las noches, razones por las cuales sus vecinos se vieron obligados a que la alcaldía interviniera para que no trabajara a esas horas, fuera que los había puesto en aprietos, porque habiendo roto tuberías, los hizo enemistar entre sí. Mediante causiones fué obligado a rellenar los huecos que hizo, pues se había metido por debajo de tierra a las mismas casas de ellos, poniendo en peligro las bases de éstas. Extraño, verdad?
Si ud. hoy vá a Ibagué, encontrará allí una fundación eregida en su nombre. Y no es que se trate de hablar mal porque me hizo malintencionadamente perder el año. Solo quiero resaltar las ambiciones por casas y tierras. Son enfermos. Las familias de los dos amigos terminaron por venderle sus casas. Mientras con uno de los amigos fuí detenido en aquella entidad investigativa, con el otro acompañado por otro amigo de una ferretería muy famosa en Bogotá, nos sucedió una celada que pudo ser mortal en el barrio 20 de julio.

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